13 de octubre de 2010

Escrito en el Cuerpo


Mi cuerpo un bollito de plumas, una piel de oveja arrollada, un cisne dormido.
Un círculo de carne alrededor de tu carne.
No te alejes, no me ahogues, tapa estos sexos llorones pero sin despegarte de mí un milímetro.
La colcha ahí, los pies afuera, las manos  quemándose los huecos.
Cama que gira y separa tu cabeza de la almohada que se cae y se vuelve furiosa queriéndonos.
Loca de anudarte al deseo con todas mis uñas rasgándote como una hoja. Lamiéndote las nervaduras.
Hoja de cristal, hoja de junco, hoja de mimbre que me reduce a perra absurda olfateando tu vegetal órgano.
 Mi rostro caracol resbala pegajoso, llevando mi casita rodante arriba, abajo, adentro de tu tallo.
Al fin decís, al fin digo, escribir un poema sobre tu cuerpo, que nadie leerá nunca.
 Ni siquiera vos delante del espejo sosteniendo la mirada en el cristal que te miente que sigo ahí dentro.
 Te has obsesionado en leerme a pesar del sudor que borroneó las letras.
Y ahora chorrean vocales en la madrugada de relojes fracturados sobre el reflejo de mis pechos.


Y ahora soy yo en el espejo que te mira regresar de tu orgasmo consonante.

Melenas Cautivas.



El nació con los ojos adentro
Preso de un sol salvaje rugiendo en su espíritu.
El sabía ver sin mover las pestañas. Y se fundía en la gente como un tigre agazapado en la maleza.
Esperando que un silencio de nieve le devolviera el alma.
Ignoraba que buscaba su presa con fuegos artificiales sin buscarla.
Ella traía los miedos necesarios en su valija de talismán.
Atrapaba el mundo en su pesadilla de polvo y polillas de alas deshilachadas.
Ella cerraba los ojos como olas rompiendo sobre su pubis y se ponía un vestido de anclas y tacos sin velas ni barcos.
Adormecida en su montaña turca de fauces sin dueño traía un hogar que migraba en una bola de fuego sobre su espalda.
Y el corazón con doble llave huyendo de palabras muertas.
Ellos se vieron en el momento justo en que los duendes estaban de fiesta.
Inquietos, arrebatados,  salvajes de gestos mágicos.
El pudo verle el alma sedienta de espacios tiernos.
Ella dejo que lamiera sus abismos, sus crucifijos, las cicatrices de todos sus muertos.
Una noche sugirió que recorra las curvas de sus precipicios apasionados.
Que rompa los diques de su piel liberando su conciencia enjaulada.
Que se instale con sus ojos de indio, qué la pueble en sus senos de magnolias.
Que clave la flecha en el instante de su pelo reprimido.
Ellos se pertenecieron en la energía eterna del éxtasis.
Fundiéndose, sabiéndose, flotando cuerpo sobre alma, alma sobre cuerpo.
Elevados sobre cielos de barro y carne como perros callejeros sin edad.
Sin censura se amaron recreándose, inventándose en el pecado imperdonable.
Perdonándose las guerras sin pagar ningún precio, regalándose látigos insípidos.
Se dieron sin rejas  una primitiva  libertad  que se negó a pagar fianza.
Pletóricos de sangre hirviendo en todos los ojos del cuerpo.
Se atraparon sosteniéndose  sin amarras como un presagio.
Se soñaron partiendo sin promesas mordidas de reencuentros.
Se irán sin despedirse comprometidos con la mirada de los ausentes que se eligieron vivos.
Se despertarán en la distancia empapados en la misma agua que los naufraga.
Se pensarán con fuego en brasas de recuerdos, en cenizas sin olvido, en noches blancas.
 Fundidos en luz,  nunca se apagarán porque se viajarán en sus bocas.
Cada vez que se piensen...
Cada vez que vuelen al día en que se estrenaron los labios.

Pecera



Anda el toque queriéndote. Deshaciéndote. Inundándote.                                                                       Perra de todos mis nombres no te nombres.                                                                                    Diciéndote me rompes.                                                                                                                          Anda la viuda palabra vistiéndose de blanco y semillas de ajo pegadas con brillantina.                                Circula la melodía braceando dolores, encarnando anzuelos oxidados con  guirnaldas de lombrices vestidas de largo.                                                                                                                                                      En la pecera de tu abismo flotas creciéndote, abarcándote en  olas mudanzas.                                         Mutando entre salivas ausentes, alma en rojo y en espera.                                                                      Chocando tu nariz etérea entre vidrios que espejan la soledad de las sobras.                                         Besándote en los cristales  como un duende rabioso  sin rincones.                                                                Y como buen pez esas  alas no te sirven para volar. Apenas  te  impulsan de aquí a allá. Otro cielo merece ese mar,  anda la vida antojándose de vos.                                                                                                 De  tu lunes a mi viernes la marea apenas es una arruga que bucea entre tu círculo de labios lentejuelas  y el mío.

Agua Soy


Suelo nadar en aguas atemporales cuando me asusta la tierra, lo confieso.
Mojada la mente en gravedad cero, las manos inquietas perforando el  líquido.
En noches de lagos me evaporo sin tu palabra, tu mirada bastaría para disiparme.                                                                                                      Tomate una siesta de pijama y padre nuestro antes de inundarme.                                                                                                              Mi cuerpo de agua genera oxigeno, llena tus pulmones… vas a sumergirte en mí.                                                                                                                          Aérea tu piel absorberá mi peso de exacta fragilidad.                                                                                                                   Se suspenderá el tiempo en un goce de aletas excitadas.                                Ya ves, mis burbujas serán poemas que deberás descifrar si te apetece.
Nadar será mi apetito, pero bucear en mi sangre, tu desafío.