Anda el toque queriéndote. Deshaciéndote. Inundándote. Perra de todos mis nombres no te nombres. Diciéndote me rompes. Anda la viuda palabra vistiéndose de blanco y semillas de ajo pegadas con brillantina. Circula la melodía braceando dolores, encarnando anzuelos oxidados con guirnaldas de lombrices vestidas de largo. En la pecera de tu abismo flotas creciéndote, abarcándote en olas mudanzas. Mutando entre salivas ausentes, alma en rojo y en espera. Chocando tu nariz etérea entre vidrios que espejan la soledad de las sobras. Besándote en los cristales como un duende rabioso sin rincones. Y como buen pez esas alas no te sirven para volar. Apenas te impulsan de aquí a allá. Otro cielo merece ese mar, anda la vida antojándose de vos. De tu lunes a mi viernes la marea apenas es una arruga que bucea entre tu círculo de labios lentejuelas y el mío.
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