14 de septiembre de 2010

UN DIA...




 Inadvertida detrás de la ventanilla de un tren cualquiera
Desvestida de mí rezo para que al fin  te bajes y  permanezcas
Esquivando durmientes  espantados de dolerse como cisnes muertos
Partida del tránsito de mis surcos que se alejan de la estación
Visitando sin venir a tu casa mí tallo, a tu palabra mi savia
Fotografiando detrás del obsceno vidrio esta osadía, este esqueleto de Cupido, esta avidez de  meteoros
Yo se que un día voy a temblar lavando tus sucias ropas, voy a seguir el ritmo de tu remera blanca y desterrada de azúcar
 Voy a gemir en tu telaraña mientras devoro tus medias, parte de tu talón, digiriéndote despacio, reteniéndote
Mientras el cuarto rey mago te deje una carta sobre tus piernas violetas de dormirse sin dormirse…
Un día…
Quedare soñada ahí en tu amanecer como una emboscada
Como una bastarda menos vos, mas esquina sin salida
Más ochava, menos cenicero
Mas bola negra número ocho, menos bandera blanca, más ruido a nueces en la boca, menos boceto desnudo frente al espejo
Un día existirán
Menos sueños malcriados sobre tumbas desiertas
Menos lluvia en fuga sobre las pieles del misterio (lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir)
Menos turista llena de dudas comprando suvenir
Menos preñez de tu signo astrológico y de todas tus edades
Menos jardines de lenguas sin ceremonias como ciudades que se besan en la mano cuando se extrañan.

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